lunes, 18 de mayo de 2009

18 de Mayo: Una mirada a la crisis con perspectiva de género

En los últimos meses se ha hablado mucho de la crisis económica mundial, de su origen en la falta de control de los mercados financieros, de sus nefastas consecuencias en el incremento del paro, de las acciones para paliar sus efectos a través de las políticas de protección social, de las medidas para procurar salir de ella lo antes posible gracias al incremento en el gasto público, desde el lado progresista, o de las propuestas conservadoras que preconizan la bajada de impuestos y el abaratamiento del despido.

También se apuntan cuáles habrían de ser las características del nuevo modelo económico al que se pretende llegar para corregir, en la medida de lo posible, las causas que nos han llevado a la crisis global, especialmente para modificar las consecuencias sociales que de ella se derivan. Este punto de vista es el que ha desgranado nuestro Presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, en el Debate sobre el Estado de la Nación que ha tenido lugar recientemente.

Zapatero ha dado un nuevo impulso a las respuestas socialistas a la crisis al haber explicado no sólo cómo se atenúan las consecuencias de la crisis sino también cómo se ha de avanzar en un nuevo modelo económico que sustituya “la economía del ladrillo” por un patrón de crecimiento económico que se fundamente en los incrementos de la productividad derivados de la formación y la tecnología.

En este nuevo modelo ha de tenerse en cuenta la desigual posición de las mujeres en el mundo laboral que viene siendo un lastre para la igualdad de género desde el inicio de la era industrial. La desigualdad de género es un elemento transversal que atraviesa las economías de las diferentes regiones del mundo y que han tratado de paliar las políticas de igualdad, allí donde han existido.

En los países desarrollados como el nuestro, a pesar de la creciente presencia de mujeres entre la población activa y aún entre la ocupada como demuestran los datos contenidos en el Informe del Instituto de la Mujer sobre la década 97- 07 –algo muy positivo en si mismo- las políticas aplicadas aún no han sido suficientes para corregir las profundas desigualdades de género del mercado de trabajo: menor tasa de actividad que la masculina, mayor temporalidad en el empleo, abuso de la contratación a tiempo parcial, segregación horizontal y vertical de las mujeres. La ley de Igualdad es un instrumento útil para avanzar en el contexto de la negociación colectiva en todos estos parámetros y necesita de impulso decidido por parte de las Administraciones y de los agentes sociales. Su eficacia se ha de medir en el medio plazo pero creo que debemos redoblar esfuerzos para que no caigan en el olvido sus contenidos, obligaciones y recomendaciones, quizá más importantes que nunca en el dibujo del nuevo modelo económico.

Tenemos una nueva oportunidad para que las mujeres no se queden al margen, una vez mas, en la construcción de esta nueva etapa de la economía; para que la apuesta por la innovación basada en la formación y la tecnología sirva para que las generaciones de mujeres más formadas de la historia se incorporen en igualdad al mercado de trabajo y gracias a la Ley de Igualdad lo hagan en un contexto en el que las relaciones laborales sean plenamente igualitarias.

Este es asimismo el momento de apostar desde Europa por las políticas progresistas encaminadas a desarrollar medidas antidiscriminatorias más duras y efectivas en el área laboral y promover el Pacto Europeo por la Igualdad de Género, que aspira a aumentar la participación de las mujeres en el mercado laboral y promover la igualdad en aplicación del proceso de Lisboa, las directrices para el crecimiento y empleo y la Hoja de Ruta para una futura política de igualdad entre hombres y mujeres que promuevan la plena incorporación a la sociedad de la información.

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